lunes, 2 de marzo de 2009

En el día de mi cumpleaños, sonriendo

En el día de mi 37 cumpleaños, el pasado 12 de febrero, celebré. Celebré que vivo con alegría. que disfruto de la vida y que deseo. Que me siento vivo de deseo.

Así, como quien no quiere la cosa. Naturalmente consideré el hecho como un misterio (Pablo, ese tío¡¡¡, disfrutando con deseo? Venga ya¡¡¡). Pues sí, es un MISTERIO. Y es que la vida es un verdadero MISTERIO. Y a mi me encanta el mio y he aprendido a sumergirme con pasión en él. Los misterios de la vida son para sumergirse en ellos. Para hacerlos de uno. Para vivirlos. Para crear a través de ellos una VIDA de verdad. LA VIDA DE PABLO en este caso.

Desde ese lugar surje la ilusión por celebrarme (eso hice). Y en ese momento transmito el amor de una fugaz milésima de silencio que me llena de satisfacción. En ese instante caben la mayoría de maravillas de la vida (otro misterio). Si alguna vez habeis sentido que en algo muy pequeño cabe la enormidad, sabeis de que hablo.

Ahora mismo, en un segundo, mientras escribo pasan ante mi instantes de gozo y plenitud. Los convoco para que nos inunden y nos muestren lo que merece la pena. Son millones, intensos, están vivos y caben en una micra llena de amor, potente.

Ese espiritu que ahora nos recorre, invocado, alimenta lo que somos y nuestros corazones para recordarnos que nos merecemos y somos bellos cuando nos amamos. Hacer reales esos momentos en cada segundo de vida es un motivo para vivir. Disfrutemoslo.

Con esa energía en nosotros, la sonrisa en la boca es casi inevitable.

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