martes, 25 de noviembre de 2008

30 de octubre, casa de comidas

En Tonara hace frío. Me paro decidido a encontrar un lugar para comer. Pregunto a un aborigen por un lugar "buono para manggiare" y me lleva directamente a un restaurante. Me presenta a los dueños. El restaurante esta lleno de sardos (se que el comentario puede parecer banal, pero no tal en zonas turísticas) y huele que alimente a guiso de carne especiada. No tengo ninguna duda de que he acertado con el lugar: "Locanda del Muggianeddu".

Pido una sopa de patatas, carne de jabalí, un cuarto de vino tinto (rosso dalla casa) y agua natural. Me convencen para que pida mejor un "zuppa" de calabaza, que es algo picante me dicen. No se si es que lo tenían más a mano o pensaron que era una mejor representación de su comida. Hay un spagnolo en el restaurante y ya lo han comentado por todo él.

El ambiente en él es muy agradable, bar de montaña con calor y una estufa de leña. Me traen panes típicos de Cerdeña. Un pan crujiente, como una gran oblea, y también otro más gordo y muy grande, que es como un pan de pita. La crema de calabaza está muy buena. Le echan queso por encima. Pica como el demonio. Me gusta mi aventura. La disfruto.

El vino que he probado estos días (Una cena en Cala Gonone y esta comida) es fuerte, con personalidad y está muy bueno. Te lo sirven en jarrita y se bebe muy a gusto. El jabalí está hecho también en vino tinto, con patatas y romero. Una delicia si te gustan las carnes de caza, más fuertes. A mi me gustan. De postre pido nos "paninos de fromagio" fritos con azúcar por encima.

Es un ambiente que le transporta a uno a un lugar cálido y confortable. Melancólico para mi. Se me hace un nudo en el estómago. Es algo que me pasa en estos ambientes. ¿Donde está mi hogar?. ¿Donde está si no lo cuido?. No le doy poder a la melancolía. Ya lo he hecho demasiado. Ahí está y no más.

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